Una organització molt original en què cada capítol ve precedit per un enllaç que ens condueix a un fragment de música que, segons informa el propi autor, es pot escoltar de forma totalment gratuïta.
Però el veritable interès està en el fet que James Rhodes, un pianista reconegut. ens fa partícips de la dura història dels abusos sexuals patits al llarg de cinc anys de la seva infantesa. Per primer cop, almenys que jo conegui, es tracta obertament el tema de la pederàstia des del punt de vista de la víctima.
Al febrer d'aquest mateix any, a "Què va fallar"vaig comentar un llibre en el que es recollia el punt de vista d'un pederasta confés i m'ha semblat especialment interessant conèixer el sentir d'una víctima.
Son molt greus les seqüeles que pateix un infant violat, molts sentiments de culpa, de sentir-se brut i malfiar-se de tothom: en James confessa que després d'un llarg període d'auto-lesions, drogues, desequilibris de tota mena i llargues estades en diferents clíniques, va salvar la seva integritat emocional i mental per mitjà de la música:
Aparte del alcohol, también estuve en contacto con las drogas en torno a los catorce años.
(...)
Salí de mi último hospital mental en 2007, hasta las trancas de medicamentos, sin carrera profesional, sin mánager, sin discos, sin conciertos, sin dinero y sin dignidad.
(...)
Solo hay dos cosas en la vida que tengo garantizadas: el amor que me inspira mi hijo y el amor que me inspira la música. (…) Y lo que apareció en mi existencia cuando tenía siete años fue la música.
Concretamente, la música clásica
(...)
Ahora sé que la
música cura. Sé que me salvó la vida, que me mantuvo a salvo, que me dio
esperanza cuando no la había en ningún otro sitio.
I a mode de resum, unes frases que m'han copsat especialment:
Si un violador le repite a un niño de cinco años que le van a pasar cosas espantosas si se lo cuenta a alguien, eso se asimila sin ser cuestionado, se acepta como si fuera una verdad absoluta.
Utilizar términos
como “acoso sexual” o “abuso sexual” no solucionan en absoluto los horrores de
una violación infantil.
(...)
Es muy fácil suponer que los abusos terminan cuando el abusador ya no está presente, y cuesta mucho oír que para quienes los han sufrido, entonces la cosa no ha hecho más que empezar.
I encara, una altra que, adreçada al violador greument malalt i que va restar impune, no pot ser més demolidora:
Lo último que me contaron los de la policía metropolitana fue que el tipo había tenido un derrame cerebral y no lo habían considerado apto para someterse a juicio. (…) Nada de lo que me hiciste fue inofensivo, divertido o cariñoso, a pesar de lo que decías. No fue más que una aberrante y penetrante violación de la inocencia y la confianza.
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