Gabriela Mistral

Al 1889 naixia a Xile, la poetessa coneguda com a Gabriela Mistral, que el 10 de desembre de 1945 rebia el Premi Nobel de Literatura.

L'any 1951 va rebre el Premi Nacional de Literatura de Xile.

Va morir el 10 de gener de 1957 a Nova York on s'havia retirat a viure des del 1950 afectada d'una greu malaltia.

Poca cosa coneixia d'aquesta autora, però sí que havia memoritzat les primeres estrofes de la poesia "Balada" que reprodueixo a continuació.

No puc recordar si és que estaven en algun llibre d'escola, tot i que em sembla una mica difícil, sinó que més aviat me les devia aprendre de "Las mil mejores poesías de la lengua castellana" que era un dels meus llibres de capçalera aleshores o a la biblioteca.

La meva afició justament per aquest poema es devia més que al valor literari del mateix, a un cert sentit catastrofista pròpi dels anys adolescents en què aquests tipus d'històries d'amors contrariats i incompresos amb penes viscudes en silenci, acostumen a exercir una certa fascinació.

BALADA

Él pasó con otra;
yo le vi pasar.

Siempre dulce el viento
y el camino en paz.

¡Y estos ojos míseros
le vieron pasar!

El va amando a otra
por la tierra en flor.

Ha abierto el espino;
pasa una canción.

¡Y él va amando a otra
por la tierra en flor!

El besó a la otra
a orillas del mar;
resbaló en las olas
la luna de azahar.

¡Y no untó mi sangre
la extensión del mar!

El irá con otra
por la eternidad.

Habrá cielos dulces.

(Dios quiere callar.)

¡Y él irá con otra
por la eternidad! 

I perquè no tot quedi en un record de joventut, m'ha semblat oportú afegir-ne un altre poema que fa referència a un tema amb que em puc sentir identificada com és l'estimació per la terra, o més ben dit La Terra.

RAÍCES

Estoy metida en la noche
de estas raíces amargas,
ciegas, iguales y en pie
que como ciegas, son hermanas.
Sueñan, sueñan, hacen el sueño

y a la copa mandan la fábula.
Oyen los vientos, oyen los pinos
y no suben a saber nada.

Los pinos tienen su nombre
y sus siervas no descansan,
y por eso pasa mi mano
con piedad por sus espaldas.

Apretadas y revueltas,
las raíces alimañas
me miran con unos ojos
de peces que no se cansan;
preocupada estoy con ellas
que, silenciosas, me abrazan.

Abajo son los silencios.
En las copas son las fábulas.
Del sol fueron heridas
y bajaron a esta patria.
No sé quien las haya herido
que al rozarlas doy con llagas.

Quiero aprender lo que oyen
para estar tan arrobadas.
Paso entre ellas y mis mejillas
se manchan de tierra mojada.

Gabriela Mistral