Esperonada per la interessant lectura d'Estirpe que ja vaig comentar, m'he fet amb un relat del mateix autor però molt anterior, del 1993. Es tracta de "Mejor Morir", que ni de bon tros m'ha deixat el mateix bon sabor de boca.
En aquest cas m'he trobat amb una novel·la policíaca i val a dir que quest és un gènere que normalment no desperta el meu interès, excepte en comptades ocasions.
L'argument és força comú: La investigació de la desaparició, la recerca i la posterior descoberta del cadàver d'una nena que aviat es relaciona amb altres casos semblants:
La "protagonista" és Inés Ledda
Pensaba en su teoría sobre el caso de Inés Ledda. Una teoría tenia, de hecho. Siempre la había tenido, desde la desaparición de la niña, cuando todos decían que había sido raptada, aunque no se entendiera por qué, en vista de que se podía considerar a la familia Ledda apenas acomodada.
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Una hija ejemplar, una buena estudiante, una compañera de juegos tranquila, una del montón, ni siquiera particularmente guapa.
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Según fuentes fiables, no había señales de lucha ni restos de sangre en el lugar en el que había aparecido el cadáver, lo que hacía pensar que la niña había sido asesinada en otra parte y después había sido transportada a aquel bosquecillo para ocultarla.
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La niña no había sufrido violencia carnal, había sido estrangulada desde la posición anterior: los pulgares del homicida habían quedado bien grabados en su faringe.
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La autopsia de Inés Ledda: La niña murió, hace al menos un año, por estrangulamiento, pero habría muerto igual al cabo de poco: septicemia aguda por una intervención abortiva clandestina.
Com he avançat, aviat es relaciona aquesta mort violenta amb altres tres casos semblants no resolts, tot i que no tots amb el mateix final:
Entre septiembre de 1989 y noviembre de 1992, habían desaparecido, en circunstancias todas ellas por aclarar, cuatro niñas de nueve a trece años, de esas cuatro solo fueron encontradas dos: una en el lugar de su muerte, Lorenza Ibba; otra por casualidad, por unos cazadores que estaban de batida; Inés Ledda.
(...)
No serán investigaciones oficiales: en alguna parte hay alguien que hace desaparecer a niñas y acaso las filme. Tal vez se trate de más de uno.
A partir d'aquí es desenvolupa una més que confosa investigació, amb una nova pista que proporciona la Lina, una dona que porta molts anys a la presó per presumtament haver mort el seu home i que ara pateix de fortes crisis que només sap controlar l'Eugenio, el metge de la presó a qui acaba explicant-li la veritat que ha estat callant durant molts anys:
Era de esos hombres que callan y aceptan el sexo como una consecuencia anatómica de su existencia. Obedeciendo incondicionalmente a la piel.
(...)
Mi marido nunca me tocó (…) Le gustaba mirarme, cuando me desnudaba para ir a la cama, y lo demás lo hacía solo. Se amaba por su cuenta.
I així fins a arribar al desenllaç final amb la descoberta de l'assassí i que no desvetllaré.
(...)
La autopsia de Inés Ledda: La niña murió, hace al menos un año, por estrangulamiento, pero habría muerto igual al cabo de poco: septicemia aguda por una intervención abortiva clandestina.
Com he avançat, aviat es relaciona aquesta mort violenta amb altres tres casos semblants no resolts, tot i que no tots amb el mateix final:
Entre septiembre de 1989 y noviembre de 1992, habían desaparecido, en circunstancias todas ellas por aclarar, cuatro niñas de nueve a trece años, de esas cuatro solo fueron encontradas dos: una en el lugar de su muerte, Lorenza Ibba; otra por casualidad, por unos cazadores que estaban de batida; Inés Ledda.
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No serán investigaciones oficiales: en alguna parte hay alguien que hace desaparecer a niñas y acaso las filme. Tal vez se trate de más de uno.
A partir d'aquí es desenvolupa una més que confosa investigació, amb una nova pista que proporciona la Lina, una dona que porta molts anys a la presó per presumtament haver mort el seu home i que ara pateix de fortes crisis que només sap controlar l'Eugenio, el metge de la presó a qui acaba explicant-li la veritat que ha estat callant durant molts anys:
Era de esos hombres que callan y aceptan el sexo como una consecuencia anatómica de su existencia. Obedeciendo incondicionalmente a la piel.
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Mi marido nunca me tocó (…) Le gustaba mirarme, cuando me desnudaba para ir a la cama, y lo demás lo hacía solo. Se amaba por su cuenta.
I així fins a arribar al desenllaç final amb la descoberta de l'assassí i que no desvetllaré.
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