Hernani. Museu Chillida Octubre, 2023 |
Amb aquest suggeridor títol, en Toni Montesinos ens proposa fixar la mirada per un seguit d'autors dels que es coneix la seva addicció o bé les tendències suïcides, o en algun cas també, un punt de demència.
Vagi per endavant que es tracta d'un recull interessant, molt ben documentat i exposat amb el màxim respecte, però el que per mi ha estat més cridaner és el pròleg autobiogràfic en què l'autor ens parla del seu pare i en el que a mi respecta, em va deixar clavada a la cadira pel que té d'inesperat i colpidor.
Jutgeu vosaltres mateixos a partir d'aquest resum, possiblement massa extens, però imprescindible:
Prólogo autobiográfico, autodestructivo del
pasado:
Mi padre era el peligro, el ser agresivo que
intimidaba con su mirada de loco, con sus amenazas -escupidas a mi cara cuando
tenía la desgracia de quedarme solo con él, siquiera un instante, así de
cobarde era él-, con sus gritos de macho frente a los que la familia tenía que
mantenerse callada y amedrentada.
(...)
Tener esta vida llena de angustia y padecimientos
me llevó a plantearme para qué seguir vivo. La tristeza y la desesperación
habían maniatado todo lo que yo era.
(...)
Me recuerdo escribiendo desde muy pequeño, pero
“de verdad” (…) No me di muerte voluntariamente -no puedo acercarme ni siquiera
a un balcón todavía hoy al sentir el escalofrío por la atracción del abismo-
(...)
Hasta el día que muera, estaré marcado por aquella
locura y aquella crueldad, aquella soledad espeluznante, el miedo atroz, la
desesperanza más insoldable. (…) Aún oigo los gritos y los golpes de mi padre
en las paredes, su mano en alto y sus ojos fuera de órbita, su postura
chulesca.
I ja a partir d'aquest punt, un recull dels diferents personatges de què ens parla l'autor i que il·lustren a la perfecció el títol, i especialment el subtítol, d'aquest llibre.
Val dir que només en resumeixo una petita part:
Cesare Pavese: el verano para darse muerte:
En todos los países se eligen las fechas más
calurosas para ejecutar el acto final de matarse, hay que decir que no es el
calor lo que influye en el organismo para empujarlo al suicidio, sino la mayor
vida social.
Emilio Salgari: el destino de ajusticiar:
Cuánto sufrimiento habría en este hombre inclinado
sobre su mesa de trabajo de sol a sol, esclavizándose para alimentar a su
adorada familia, sin tiempo para revisar sus manuscritos, con la tentación de
sucumbir al plagio con tal de avanzar en las entregas, firmando a menudo con
seudónimo para eludir en vano, a los editores que le querían en exclusiva.
Rubén Darío: el poeta maltratado:
El pasado día 6 de febrero de 2016 pasaron cien
años desde la muerte de Rubén Darío, a causa de una cirrosis por su
incontrolable alcoholismo.
Virginia Woolf, invicta e implacable:
Su deseo más atractivo fue la muerte, a la que
aspiró desde joven. Como escritora y también como lectora, fue tras la
necesidad de aunar los extremos, hasta alcanzar el equilibrio que se le
escapaba una y otra vez por culpa de los accesos perturbadores de su mente.
Fernando Pessoa: la total renuncia a la vida:
Completamente inadaptado a su entorno, se lanza a
interesarse por las disciplinas psiquiátricas, en medio de un ambiente político
revuelto y cambiante, y va materializando uno de sus rasgos mayores: la tensión
entre razón y locura, a juicio del traductor.
J. D. Salinger: publicar y arrepentirse:
Se diría que Jerome David Salinger realmente
descansó en paz el día de su muerte, a los noventa y un años. (…) La leyenda y
la extravagancia que lo rodearon no hizo más que aumentar a medida que los
estudios sobre su vida y obra se iban sucediendo hasta su muerte, en 2010 y
póstumamente. Celoso de su intimidad hasta límites enfermizos.
Primo Levi: la víctima 174.517:
Su destino es simple e inevitable, y así lo
reconoce él mismo cuando dice que la memoria no es solo un don, sino también un
deber.
Truman Capote o el caos de la intimidad:
La mañana del 24 de agosto de 1984 Capote empezaba
a delirar por una sobredosis de barbitúricos, y llamaba a su madre, a la mujer
que le desatendió, que le abandonó suicidándose, dejándolo marcado para siempre
frente a su don prodigiosos, buscando el calor de la compañía en los libros, en
la escritura, en los paraísos artificiales.
Raymond Carver con los perdedores anónimos:
De la muerte de Raymond Carver ya han pasado más
de tres décadas, en Port Angeles (Washington), por un cáncer de pulmón. Carver superó
su adicción al alcohol y trabajó en mil
oficios hasta que encontró en la literatura un campo donde explorar sus observaciones
de la población americana vulgar y corriente.
A mode de conclusió:
“Escribir es una forma de terapia y en ocasiones
me pregunto de qué manera los que no escriben, componen ni pintan se libran de
la locura, la melancolía y el pánico inherentes a la condición humana” Graham Greene
en “Cuentos Completos”
Només afegir que de vegades, llegir també pot suposar quelcom semblant a una teràpia.
La letra herida
Autores suicidas, toxicómanos y dementes
Toni Montesinos
282 páginas
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