diumenge, 15 d’octubre del 2023

La letra herida

Hernani. Museu Chillida
Octubre, 2023

Amb aquest suggeridor títol, en Toni Montesinos ens proposa fixar la mirada per un seguit d'autors dels que es coneix la seva addicció o bé les tendències suïcides, o en algun cas també, un punt de demència.
Vagi per endavant que es tracta d'un recull interessant, molt ben documentat i exposat amb el màxim respecte, però el que per mi ha estat més cridaner és el pròleg autobiogràfic en què l'autor ens parla del seu pare i en el que a mi respecta, em va deixar clavada a la cadira pel que té d'inesperat i colpidor.
Jutgeu vosaltres mateixos a partir d'aquest resum, possiblement massa extens, però imprescindible:
Prólogo autobiográfico, autodestructivo del pasado:
Mi padre era el peligro, el ser agresivo que intimidaba con su mirada de loco, con sus amenazas -escupidas a mi cara cuando tenía la desgracia de quedarme solo con él, siquiera un instante, así de cobarde era él-, con sus gritos de macho frente a los que la familia tenía que mantenerse callada y amedrentada.
(...)
Tener esta vida llena de angustia y padecimientos me llevó a plantearme para qué seguir vivo. La tristeza y la desesperación habían maniatado todo lo que yo era.
(...)
Me recuerdo escribiendo desde muy pequeño, pero “de verdad” (…) No me di muerte voluntariamente -no puedo acercarme ni siquiera a un balcón todavía hoy al sentir el escalofrío por la atracción del abismo-
(...)
Hasta el día que muera, estaré marcado por aquella locura y aquella crueldad, aquella soledad espeluznante, el miedo atroz, la desesperanza más insoldable. (…) Aún oigo los gritos y los golpes de mi padre en las paredes, su mano en alto y sus ojos fuera de órbita, su postura chulesca. 

I ja a partir d'aquest punt, un recull dels diferents personatges de què ens parla l'autor i que il·lustren a la perfecció el títol, i especialment el subtítol, d'aquest llibre.
Val dir que només en resumeixo una petita part:

Cesare Pavese: el verano para darse muerte:
En todos los países se eligen las fechas más calurosas para ejecutar el acto final de matarse, hay que decir que no es el calor lo que influye en el organismo para empujarlo al suicidio, sino la mayor vida social. 

Emilio Salgari: el destino de ajusticiar:
Cuánto sufrimiento habría en este hombre inclinado sobre su mesa de trabajo de sol a sol, esclavizándose para alimentar a su adorada familia, sin tiempo para revisar sus manuscritos, con la tentación de sucumbir al plagio con tal de avanzar en las entregas, firmando a menudo con seudónimo para eludir en vano, a los editores que le querían en exclusiva. 

Rubén Darío: el poeta maltratado:
El pasado día 6 de febrero de 2016 pasaron cien años desde la muerte de Rubén Darío, a causa de una cirrosis por su incontrolable alcoholismo. 

Virginia Woolf, invicta e implacable:
Su deseo más atractivo fue la muerte, a la que aspiró desde joven. Como escritora y también como lectora, fue tras la necesidad de aunar los extremos, hasta alcanzar el equilibrio que se le escapaba una y otra vez por culpa de los accesos perturbadores de su mente.

Fernando Pessoa: la total renuncia a la vida:
Completamente inadaptado a su entorno, se lanza a interesarse por las disciplinas psiquiátricas, en medio de un ambiente político revuelto y cambiante, y va materializando uno de sus rasgos mayores: la tensión entre razón y locura, a juicio del traductor. 

J. D. Salinger: publicar y arrepentirse:
Se diría que Jerome David Salinger realmente descansó en paz el día de su muerte, a los noventa y un años. (…) La leyenda y la extravagancia que lo rodearon no hizo más que aumentar a medida que los estudios sobre su vida y obra se iban sucediendo hasta su muerte, en 2010 y póstumamente. Celoso de su intimidad hasta límites enfermizos. 

Primo Levi: la víctima 174.517:
Su destino es simple e inevitable, y así lo reconoce él mismo cuando dice que la memoria no es solo un don, sino también un deber. 

Truman Capote o el caos de la intimidad:
La mañana del 24 de agosto de 1984 Capote empezaba a delirar por una sobredosis de barbitúricos, y llamaba a su madre, a la mujer que le desatendió, que le abandonó suicidándose, dejándolo marcado para siempre frente a su don prodigiosos, buscando el calor de la compañía en los libros, en la escritura, en los paraísos artificiales. 

Raymond Carver con los perdedores anónimos:
De la muerte de Raymond Carver ya han pasado más de tres décadas, en Port Angeles (Washington), por un cáncer de pulmón. Carver superó su adicción al alcohol y  trabajó en mil oficios hasta que encontró en la literatura un campo donde explorar sus observaciones de la población americana vulgar y corriente. 

A mode de conclusió:
“Escribir es una forma de terapia y en ocasiones me pregunto de qué manera los que no escriben, componen ni pintan se libran de la locura, la melancolía y el pánico inherentes a la condición humana” Graham Greene en “Cuentos Completos” 
Només afegir que de vegades, llegir també pot suposar quelcom semblant a una teràpia.

 

 

La letra herida
Autores suicidas, toxicómanos y dementes
Toni Montesinos
282 páginas

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