Ignacio Martínez de Pisón, del qual, confesso mai no havia llegit res, m'ha sorprès amb aquesta història, que narrada per diferents personatges, mai pel propi protagonista, m'ha resultat molt original.
Mentre coneixem
la vida i l'ascensió social i econòmica i la posterior caiguda en desgracia del
protagonista, Justo o "el Rata", l'autor va trenant la historia de la Barcelona dels seixanta, una Barcelona que en certs aspectes vaig gaudir i patir.
En Justo arriba a Barcelona procedent d'un poble cercant els millor metges per a la seva mare greument malalta.
Força agraciat físicament i amb un cert carisma té molt bona acceptació per part de les noies de les quals se'n serveix en el seu propi benefici:
Molt ambiciós, aviat comença a relacionar-se amb molta habilitat en diferents cercles de poder, fins a arribar a ser confident de la policia, al principi amb no gaire valor, però a mesura que intima més en les seves relacions, va adquirint més seguretat i les seves informacions són més valuoses:
Para nosotros [la policia] era el Rata, simplemente el Rata (…) Justo ni siquiera era un confidente valioso, no al principio. Él creía que sabía muchas cosas, pero no sabía casi nada, y lo poco que sabía no valía una perra gorda.
(...)
En Justo arriba a Barcelona procedent d'un poble cercant els millor metges per a la seva mare greument malalta.
Força agraciat físicament i amb un cert carisma té molt bona acceptació per part de les noies de les quals se'n serveix en el seu propi benefici:
Lo de ese hombre era increíble. ¿Qué veían las chicas en él? ¿Qué tenía Justo que siempre las más guapas se encapricharan de él?
(...)
Araceli estaba convencida de que Justo se había limitado a jugar con ella, como un gato con un ratón (…) y al final, cuando ya no la necesitaba, la había abandonado.
(...)
Araceli estaba convencida de que Justo se había limitado a jugar con ella, como un gato con un ratón (…) y al final, cuando ya no la necesitaba, la había abandonado.
Molt ambiciós, aviat comença a relacionar-se amb molta habilitat en diferents cercles de poder, fins a arribar a ser confident de la policia, al principi amb no gaire valor, però a mesura que intima més en les seves relacions, va adquirint més seguretat i les seves informacions són més valuoses:
Para nosotros [la policia] era el Rata, simplemente el Rata (…) Justo ni siquiera era un confidente valioso, no al principio. Él creía que sabía muchas cosas, pero no sabía casi nada, y lo poco que sabía no valía una perra gorda.
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Ahora Justo me pasaba información muy buena, buenísima.
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El mayor de esos éxitos fue el de la Asamblea de Cataluña. Llevábamos más de dos años detrás de ellos, y al final los cogimos. Ciento trece, nada menos. (…) Y si la cosa salió bien fue gracias a Justo.
(...)
Un buen confidente valía su peso en oro, mientras que uno malo sólo servía para provocar errores calamitosos. Mi misión, que primero había consistido en orientarle, ahora consistía en protegerle.
Però de la mateixa manera que ell ha utilitzat les seves relacions, la policia també l'ha utilitzat a ell fins que arriba el moment que deixa de ser-los útil:
Justo empezaba ya a no tener ningún valor como confidente. Estaba quemado ¿me explico?
(...)
En 1974, Justo llevaba ya cinco años pasándome información, y cinco años son muchos cuando te ganas la vida como confidente.
Però tal com he avançat, no és només la història de Justo el més interessant. Les reflexions de tots els personatges que hi van apareixen al llar del relat, ens aporten molta informació, en especial del que fa referència a la repressió policial i als moviments que podem considerar alternatius o de resistència:
Una mostra dels incorfomistes lluitadors:
Muchos de los habituales del Taita (…) Un local estrecho, oscuro, con un cuartito al fondo en el que se fumaba hachís… ¡Hachís! (…) se conocían de los veraneos en Cadaqués. Era casi una pequeña sociedad, un grupo cerrado que se veía diariamente, en Barcelona durante el año y en Cadaqués durante las vacaciones.
(...)
Entonces desconfiábamos de casi todo el mundo. Si alguien se presentaba como funcionario, funcionario a secas, tenía por fuerza que ser de la policía. Si no, se habría presentado como funcionario de Correos o de Agricultura o de lo que fuera. Pero, claro, esto no lo hizo un policía, sino un confidente, un chivato. Y chivato podía serlo cualquiera…
I una altra de la policia:
¿Cómo no íbamos a ser franquistas si fue Franco el que nos sacó de la calle y nos dio cama, comida, educación, trabajo…?
(...)
Estábamos en el
año 69. Los altos mandos eran todavía de la vieja escuela: gente que había
hecho la guerra, que había conocido las cárceles republicanas o había
sobrevivido a una condena a muerte, o había perdido algún hermano a manos de
los rojos.
(...)
Era verdad que, tras la muerte de Franco, estaban cambiando muchas cosas. También en jefatura, a la que había llegado un comisario nuevo, Landa. Si en Vía Layetana había gente especializada en comunismo, anarquismo, separatismo, etcétera, Landa se estaba especializando en la ultra derecha, pero no para reprimirla sino para organizarla.
I ja arribats a aquest punt, les coses van canviar: ja no en tenien prou amb els delators:
El activista
amateur, el alborotador tradicional perdía protagonismo en la nueva estrategia
de desestabilización, y lo que se buscaba era formar un cuerpo de terroristas
liberados o, lo que es lo mismo, de pistoleros a sueldo, de mercenarios.
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