Barcelona, març de 2018 |
Una lectura interessant de la que segur no he copsat tot el que en Camus volia transmetre, però tot i això, ja em dono per satisfeta.
Donat que sempre m'he i m'han considerat els meus pròxims, una persona rebel, tot i que sovint amb aquesta consideració s'hi amagava més o menys dissimuladament una crítica, una de les primeres afirmacions que es fan al llibre m´han semblat d'allò més aclaridores:
¿Qué es un hombre rebelde? Un hombre que dice no. Pero negar no es renunciar; es también un hombre que dice si desde su primer movimiento.
(…)
Así, el movimiento de rebelión se apoya al mismo tiempo, en el rechazo categórico de una intrusión juzgada intolerable y en la certidumbre confusa de un buen derecho.
A banda d'aquest començament, en Camus va desgranant tota la seva visió històrica al respecte:
La rebelión mata hombres, en cambio la revolución
destruye a la vez hombres y principios.
(...)
La monarquía del antiguo régimen, si bien no era
siempre arbitraria en su gobierno, lejos de ello, lo era indiscutiblemente en
su principio. (…) La arbitrariedad es uno de los atributos de la gracia. La
monarquía, en su forma teocrática, es un gobierno que quiere poner la gracia
por encima de la justicia, cediéndole siempre la última palabra.
(...)
Para los cristianos, lo mismo que para los
marxistas, hay que dominar la naturaleza. Los griegos opinan que es mejor
obedecerla. El amor antiguo al cosmos es ignorado por los primeros cristianos,
quienes, por lo demás, esperaban con impaciencia un fin del mundo, inminente.
Però haig de confessar que l'apartat que més m'ha interessat han estat les reflexiones sobre la guillotina (O potser millor
sobre la pena de mort en general):
En vez de decir que la pena de muerte es ante todo
necesaria y que luego es conveniente no hablar de ella, hay que hablar, por el
contrario, de lo que realmente es y luego decir si, tal como es, debe
considerarse necesaria.
(...)
Se mata al criminal porque así se ha hecho durante
siglos, y, además, se le mata en las formas establecidas a fines del siglo
XVIII. Por pura rutina, se repiten los argumentos que han circulado durante
siglos, sin perjuicio de contradecirlos con medidas que la evolución de la
sensibilidad pública hace inevitables.
(...)
¿Puede asegurarse que ninguno de los ejecutados es
recuperable? ¿Puede jurarse que ninguno de ellos es inocente?
(...)
Si el homicidio está en la naturaleza del hombre, la ley no está hecha para imitar o reproducir esa naturaleza
Resulta evident que en Camus era contrari a la pena de mort per considerar que en cap cas no resolia el problema dels homicidis basant-se en l'efecte dissuasori que podia suposar la por al càstig: Una cosa es creer antes de tener miedo y otra muy distinta encontrar la fe después del miedo; i apunta un seguit d'alternatives, algunes de les quals m'han semblat un tant ingènues o potser romàntiques, però que mai no es van aplicar i per tant no podem saber la suposada efectivitat de les mateixes.
Barcelona, gener 2019 |
No oblidem que les execucions eren un "espectacle" públic on sovint hi assistia tota la família, inclosos els infants:
Tal como es aplicada, aunque lo sea raramente, la pena de muerte es una repugnante carnicería, un ultraje infligido a la persona y al cuerpo del hombre. Ese destroncamiento, esa cabeza viva y desarraigada, esos impetuosos chorros de sangre, datan de una época bárbara que creía impresionar al pueblo con espectáculos envilecedores.
El hombre rebelde
Obras 3
Albert Camus
Edición y prólogo de José María Guelbenzu
358 pàgines
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