dilluns, 8 d’agost del 2022

Los alcatraces

Bellver de Cerdanya
Octubre 2021



Tot i que no la qualificaria de lectura fàcil, d'aquells llibres que fiques a la bossa o sota el braç i t'hi asseus en un banc a l'ombra a l'estiu o a ple sol a l'hivern i l'hi dediques una estona, l'he llegida paladejant-la, ben asseguda, normalment amb una infusió al meu davant, i he gaudit molt de la lectura. Aquesta per descomptat, és la meva percepció, potser a vosaltres no us passa el mateix.

La història s'esdevé en un lloc imaginari anomenaGriffin Creek, en el sí d'una comunitat aïllada, ens la narren cinc personatges diferents i el desencadenant de tot plegat és la desaparició, a l'agost de 1936 de dues joves, les bessones Olivia i Nora Atkins, nebodes del Reverend, al que han anat a servir a raó de la mort per suïcidi de la seva esposa Irène.

La primera veu que coneixerem és la del Reverend Nicolas Jones. Estem a la tardor del 1982 i ens parla amb impotència de la desintegració d'un poble decadent, gairebé extingit, en el que possiblement, es podria equiparar a l'evolució de la seva pròpia vida:
Bastó un único verano para que el pueblo elegido de Griffin Creek se dispersase. (…) Nuestras casas se caen a pedazos, y yo, Nicolás Jones, pastor sin rebaño, languidezco en esta rectoría de columnas grises carcomidas.
(...)
Mi mujer, Irène, de soltera Macdonald, es estéril. En otro lugar, bajo otras leyes, ya la habría repudiado, a la vista y con el conocimiento de todos, como una criatura inútil. 
(...)
La discreción de Irène fue siempre remarcable. Nunca una palabra más alta que la otra.ni escenas ni disputas. Y de repente desaparece como un dibujo que se borra. Sin una nota que lo explique en la mesa de la cocina, ha ido a colgarse al granero. 
(...)
Todos aquellos que dejaron el pueblo a lo largo de los años lo hicieron como si hubieran descubierto poco a poco que la tierra era demasiado pobre para cultivarla, el viento demasiado violento para soportarlo, la caza y la pesca únicamente buenas para las vacaciones. 

I retrocedim a la nit dels fets. Estiu del 1936 i el que ens parla mitjançant unes cartes és l'Stevens Brown:
Les suplico a Nora y a Olivia que vengan conmigo a la playa de guijarros, en la noche negra, a perderse conmigo en medio de la gran fiesta enloquecida de la tormenta. 

Però la Nora, aquell estiu del 1936  també escriu el seu diari
Mi tía Irène ha cometido su propio pecado al alba, en el granero. El pecado de mi tía Irène es el peor de todos, el pecado final, el mismo que el de Judas, que fue a colgarse como mi tía Irène.
Yo estaba allí, con todos los de Griffin Creek, cuando mi tío Nicolás descolgó a mi tía Irène y la cogió en sus brazos para llevarla de nuevo a la rectoría, toda rígida.
(...)
Mi tío Nicolás insistió en celebrar él mismo la ceremonia por la muerte de su mujer (…) Odio a mi tío Nicolás, igual que odio a Stevens. 

I del germà de les noies desaparegudes, en Perceval, també coneixerem alguns escrits. Aquests seran de l'estiu del 1982:
Mis hermanas gemelas, dulces, casi blancas. Duermen en la rectoría. (…) Padres más bien contentos de ver a sus hijas tan pequeñas trasladadas a casa tan bonita.
(...)
Nos llegan noticias falsas de todas partes.
(…)
No hay más rastro de las pequeñas Atkins en toda la provincia que en la palma de la mano. 

I de la tardor del 1982, una darrera carta d'Steven Brown. Potser la resposta a totes les preguntes?:
A ratos juraría que las pequeñas Atkins están aquí. Entrado no sé muy bien cómo. Habiéndome seguido del Queen Mary hasta el Victoria. Hace tanto que me persiguen… 
(...)
Y, sin embargo, yo, Stevens Brown, hijo de John Brown y de Bea Brown, afirmo que, de repente, algo se rompió en el aire tranquilo a nuestro alrededor. La burbuja frágil en la que nos encontrábamos todavía al abrigo estalla de repente y ahí estamos los tres, precipitados en la furia del mundo. 

O potser la resposta està en aquest pensament irreal i intemporal de l'esperit de l'Olivia, una les bessones:
Con toda seguridad, hay alguien que me ha matado. Y luego se ha ido. De puntillas.
(…)
Deambulo a mi antojo por el pueblo casi desierto, con las ventanas cerradas.
(...)
Ahora que he adquirido el derecho de habitar las profundidades del océano, su oscuridad absoluta, ahora que he pagado mi peso en carne y hueso a los feroces peces luminosos, gota de noche en la noche, ni luna ni sol pueden volver a alcanzarme. 
 

Los alcatraces
Anne Hébert
Traducció de Luisa Lucuix Venegas
241 pàgines

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